viernes, octubre 27, 2006

RECUERDOS



No debe ser casual que esta foto no se voltee. Los recuerdos, almacenado en la memoria del disco duro siempre se deforman con el paso del tiempo. Otras veces, sin embargo, uno los ve mejor de lo que fueron. No esta vez, claro está.

martes, octubre 24, 2006

RAREZAS


-Eres encantadora, maravillosa, dulce y tierna- le dijo Anatolio, mientras en un arranque de sinceridad calculada, se abalanzó sobre ella y la apretó contra su cuerpo, en un profundo beso. Era el momento, no habría otro, estaba lo suficientemente ebrio para por fin, por fin atreverse a hacerlo. Y ya no quedaba nadie en la fiesta. Excepto él y ella.
Souxie Cat respondió el beso, pero porque a ella le cuesta decir que no, y más aún a Anatolio, su amigo. Estaba confundida, entre el alcohol, el cigarro, la marihuana y la ternura de él. Y entendía poco de lo que estaba pasando. Aún así, se entregó de a poquitos, lentamente. Y entre un beso por acá y la conversación tranquila y sincera del me gustas hace rato, y tú no sé, pero no entiendo nada, se fueron a dormir. A la cama de ella.
Y el la acarició despacito, y ella hizo lo suyo, y al rato ya estaba encantada con Anatolio, quien sólo la abrazó y acarició, como si fuera una animalito delicado y sublime.
Y lo que era amistad, se transformó en una promesa para Souxie Cat, que extasiada con la ternura y osadía de Anatolio, estaba casi a su entera disposición.
Y pasaron los días, y Siouxie Cat esperó su llamado. Pero él no llamó. Esperó su correo. Y él no escribió. Y un día ella le habló, pero todo se había esfumado. Anatolio fue como siempre, con su trato de siempre y cotidiano. Y ella comenzó a pensar seriamente en la posibilidad de que aquella noche nunca hubiera pasado.

miércoles, octubre 18, 2006

DE DIOS, ANGELES Y LA OBLIGACIÓN DE DAR

-¡Dios no te va a tener presente, se va a olvidar de ti!- Me dijo la señora en el paradero de micro, que luego de darme una charla sobre sus problemas de salud – piernas hinchadas, problemas al corazón-, me pidió plata para tomarse una micro. Eran las 11 de la noche, yo estaba a una cuadra de mi departamento en Paseo Bulnes, y andaba con Javier, que apenas vio que la señora se acercaba a nosotros y empezaba a hablar de sus males se fue en la primera micro amarilla que pilló, y ojo que a él le gustan las Transantiago.
Y ahí quedé yo. Y la señora, que me empezó a hablar de lo mala persona que era mi pololo.
-No es mi pololo, es un amigo- le clarifiqué, y claro, no tengo pololo.
Y bueno, a ella le dio lo mismo mi aclaración. Porque él simplemente era malo, pololo o no pololo. ¿Motivo? No la había querido ayudar.
-¿Qué necesita?- le pregunté ya medio inquieta a esas alturas y aburrida de la cháchara de las enfermedades, porque todavía no decía que mierdas era lo que necesitaba.
-Plata, para la micro- me respondió. No pude pensar en otra cosa que no fuera el hehco de que me tuvo como 15 minutos escuchándola, cuando habría sido tan fácil de buenas a primeras pedirme dinero. Metí mi manito en el bolsillo y sólo encontré ciento diez pesos. Se los pasé. Pero no. Ella quería más. Y yo le expliqué que no tenía más que eso.
-Pero tu vives acá cerca, y no me quieres ayudar, y tu ¡tienes que ayudarme!- me increpó en un tono bastante poco amistoso.
- Disculpe, pero me quiero ir a dormir-le dije, lo más cortésmente que pude.
Y ahí la señora empezó en mala, mala onda a decirme burradas. Yo ya estaba harta. ¿Qué quería? ¿Qué le diera alojamiento? Y fue cuando me soltó que Dios no me iba a tener presente , por ser mala persona, por no darle a un pobre, por no ayudar, porque ése ERA mi deber.
Y me aburrí y me fui, explicándole que lo sentía, pero que no podía hacer más, y que diosito SÍ me va a tener presente.
Cuando iba caminando, pensé idiotamente que tal vez Dios se podría enojar conmigo, si es que esta señora fuese un ángel que me estaba poniendo a prueba. Y luego me dije a mi misma “si éste fuera un ángel, no me exigiría darle nada”. Y, por lo demás, Dios debe saber que existe delincuencia, entonces que no me huevee la señora. Y me fui a dormir.

miércoles, octubre 11, 2006

SIOUXIE CAT


A Siouxie Cat le gusta querer, le gusta besar y enamorarse. Mientras pasea en su bicileta, anhela encontrar a un príncipe que no sea príncipe, y que no tenga nada de azul. Porque ella sabe que no es una princesa encantada, y no quiere serlo.
A ella le gusta la carne, la realidad, esa que según Galeano sabe a pan. Le agrada la idea de respirar y reirse. Y le gusta la gente que se ríe con ella y de ella. Sioxie Cat es divertida y un poco extraña: Se ríe de si misma y del mundo y suele andar siempre alegre. Dice que es hippie y rockera. Y es verdad, lo es. Al menos en esencia. Hace collares de mostacillas que tienen magia en cada una de las cuentas, mientras su gata juega con ellos. Y es libre, muy libre.
Tiene ojos felinos, cabello laargo, que le cae cómo la alegría, en tirabuzones ondulados hasta la cintura. Y mientras sueña con aquel que noconoce, simplemente vive.
En un lugar en el que el sol siempre está presente, se sienta por las tardes a leer, escribir poesía, y escuchar su música.
No tiene ídolos, porque están todos muertos, ya que el pasado está pegado a ella. Souxie Cat es definitivamente de otra era. Posiblemente por eso hay cosas que ella no acepta y no entiende: como los simulacros. Simulacros de cualquier cosa. De amistad, de honestidad, de sinceridad, de vida y de amores. Aunque ha llegado a pensar que eso no es cosa del tiempo, sino de la especie humana. Vender simulacros de todo, y creer que son reales. No, eso no es lo suyo. Mejor estar en su mundo narcótico de recreaciónes mágicas, y no vivir en el simulacro eterno de los que creen que están vivos.
A veces, eso sí, la invade la pena, y sufre. Le duele el mundo entero y salen a la superficie los mil quinientos corazones que tiene, y vierte lágrimas doradas como si en ello se fuera la existencia, porque es intensa. Y cuando las sombras se apoderan de ella se recluye aún más. Y la sonrisa eterna que tiene en el rostro, se esfuma y medio muerta camina, trabaja, anda, come. Y es extraño, pero todos se dan cuenta de que a Souxie Cat le ocurre algo. Genralmente no tiene que ver con hechos. Si no más bien con pensamientos.
Y no está mal -según ella- sentir un poquito de dolor y malestar. Menos aún en un mundo en que la alegría falsa es una dictadura, como tener pareja, trabajar y vestirse bien. En que todo se hace sin saber muy bien por qué. Para ella, cada movimiento tiene un fin en sí mismo, y cada cosa en el mundo no es casual. No siquiera el par de zapatos que se compró ayer.

viernes, octubre 06, 2006

SOLDADO QUE ARRANCA...

Bastó decirle hola y darle una oteada para imaginarme fines de semana en familia, casa con auto grande y tres mascotas, desayunos en la cama leyendo el diario los fines de semana. Hijos, seguridad y estabilidad. Asados campestres y un "no bebas mucho". Llegar a las nueve todos lo días para ver las noticias y planificación de vacaciones.
"No tengo teléfono", le mentí y me deshice de semejante panorama.

DISECCIÓN DEL AHORA


ustedes cuando aman
calculan interés
y cuando se desaman
calculan otra vez

nosotros cuando amamos
es como renacer
y si nos desamamos
no la pasamos bien

M. Benedetti

Yo puedo hacerlo. Mirarte y tratar de inferir lo que cada una de tus neuronas hace cuando tus labios pronuncian palabras. Tratar de adivinar tu próximo paso e intuir lo crees que soy. Leer entre líneas lo que sientes o piensas de mí. Puedo ser obsesiva y pararme en la puerta de tu casa para ver cómo, con quién y dónde vives.
Sería un ensayo de scanner cerebral: ¿Cuánto tejido gris ocuparás pensando en mí?
Porque de ti sé muy poco. Como diría Benedetti, conozco sólo tus silencios y ni siquiera el pestillo de tu puerta. Y tú conoces muy poco de mi. Y eso es un riesgo. Muy alto, muy grande.
Para que nadie corra peligro, podríamos hacerlo al mismo tiempo: Mientras yo hago mi análisis y la proyección de riesgo con calculadora en mano, tú podrías hacer lo tuyo.
Mirarme por el rabillo del ojo. Salir conmigo con la desconfianza debajo del poncho y el arma cargada, por si acaso una bala mía te hiere.
Observar mis actitudes y hacerle un autopsia a cada palabra que te digo. Por si las dudas, te recomiendo que lleves un grabadora, para escucharla tranquilamente en tu casa, y hacer un análisis más concienzudo de mi personalidad. Puedes descubrir que soy maniática, obsesiva compulsiva, una vieja histérica, bipolar o tripolar, con demencia severa y graves rasgos de esquizofrenia.
¿Ves que se puede? Yo podría darme cuenta de que eres un maniático violador, asesino en serie, emocionalmente dependiente, machista recalcitrante y hasta de derecha!( sin duda lo peor de todo).
En cambio, podemos detenernos. Frenar tu miedo. Detener el mío y arriesgarnos sin medir la altura de la caída. Puede que haya un red debajo. Puede que tu me gustes y que te llegue a querer. Puede que yo te atraiga, y me regales tus batallas diarias. Puede que no quiera atarte a la pata de la cama. Alo mejor tampoco quieres colocarme en el mueble de trofeos. Quizá, tal vez, un día te necesite, y tú a mi. Y terminemos sumergidos en los recovecos de nuestras existencias. De a poquitos, paso a paso, beso a beso, caricia a caricia. Hasta terminar caminando por la calle agarrados de nuestras confianzas mutuas entrelezadas por los dedos de las manos. Ya sin ganas de escrutar en nadie y viviéndonos a diario. ¿ Estás seguro de que te quieres perder de esta aventura?

martes, octubre 03, 2006

TENGO UN CORAZON TENDIDO AL SOL



Aunque soy un pobre diablo
sé dos o tres cosas nada más
sé con quien no debo andar
también sé guardar fidelidad
sé quiénes son amigos de verdad
sé bien dónde están
nunca piden nada y siempre dan.

Víctor Manuel


Yo creí que no iba a volver a funcionar. Que estaba inválido, que su mustiedad iba a durar siglos. Y estaba bien así, sin sentir: sólo preocupándome egoísta y hedonistamente de mí. Jugando como se hace cuando no hay mucho más por hacer. Leyendo en la soledad de mi cubil, derramando el cariño en una gata y haciéndome la linda con fulanos y sutanos sin demostrar nada, ni entregar nada, porque en definitiva, nada era lo que sentía.
Sintiendo que la vida conmigo basta, gozando de mi maravillosa libertad, de mis amigos que son muchos, y que están conmigo en mis gozos – y por ende alentaban mi hedonismo diario- y en mis melancolías infinitas- que nunca son infinitas, gracias a ellos-.
Cuando nada podía ser mejor, y sólo me relamía bajo el sol, cuando el jolgorio prometía no extinguirse, y cuando la vida era fiesta y sólo bastaba para ello abrir las cortinas por la mañana, mirarme al espejo y verme entera, ocurrió lo menos esperado: apareció un mengano.( Reapareció, debiera ser el término justo).
Tiene cara y ojos de mengano, carácter de mengano, cabello de mengano. Y lo más importante: unas bellas manos de mengano.
Pude entrever que lleva consigo cicatrices de heridas menganescas, posiblemente tan grandes y bellas como las mías.
Y ahí estaba yo, que soy una mengana cualquiera, con piernas de una mengana común y silvestre, y manos y cara y cabello negro de mengana gatuna cualquiera, otra vez sintiendo.
Pum, pum, latió despacio. PUM, PUM, más fuerte y más claro, para que me diera cuenta de que estaba ahí en mi pecho. PUM, PUM, PUM, PUM, PUM, PUM, para celebrar que volvía a funcionar, como el corazón del hombre de lata que no podía sentir, en El Mago de OZ.
Las extremidades de esta gata mengana temblaron. Y la voz se hizo más cantante que nunca, especialmente un día de esos, cuando sin quererlo vió lo que supuestamente no debía ver: su alma. El alma de mengano.
Era entera, tranquila, solitaria y libre. De esas completitas de verdad. Esas almas que no necesitan parches curitas, ni vendas. Que se sanan solitas. Y me sentí reflejada, un poquito reflejada, recordando cómo me relamí cierta herida a tajo abierto que sin querer queriendo, pero queriendo mucho, alguien me hizo por ahí. Es que yo tampoco uso parches curitas.
Y de pronto yo era un corazón tendido al sol, como siempre, como nuevo. Y esta vez volvía a sentir eso: PUM, PUM, PUM, PUM, especialmente si escucho, veo o imagino a mengano, con sus miedos y su alma linda. Y con esa coraza mengana que eso sí, yo trato de sacarme a veces, para ver si me imita, pero él tercamente no lo hace. Reconozco que, sin quererlo, a veces se le sale una parte y puedo ver su almita ahí, pero sólo un poquito. Por el momento, con eso basta.